Tales de Mileto

Tales de Mileto

(- 624 a - 546)

Noticias recogidas por Diógenes Laercio sobre Tales

1. Tales, según escriben Herodoto, Duris y Demócrito, tuvo por padre á Examio, y por madre á Cleobulina, de la familia de los Telidas, que son fenicios muy nobles descendientes de Cadmo y de Agenor, como dice también Platón. Fué el primero que tuvo el nombre de sabio, cuando se nombraron así los siete, siendo arconte en Atenas Damasipo, según escribe Demetrio Falereo en el Catálogo de los Arcontes. Fué hecho ciudadano de Mileto, habiendo ido allá en compañía de Neleo, que fué echado de Fenicia; ó bien, como dicen muchos, fué natural de la misma Mileto y de sangre noble.

2. Tiénenlo muchos por el primero que defendió la inmortalidad del alma: de este número es el poeta Querilo. Fué el primero que averiguó la carrera del sol de un trópico á otro; y el primero que, comparando la magnitud del sol con la de la luna, manifestó ser ésta setecientas veinte veces menor que aquél, como escriben algunos. El primero que llamó triacada la tercera década del mes. Y también el primero, según algunos, que disputó de la Naturaleza. Aristóteles e Hipias dicen que Tales atribuyó alma á cosas inanimadas, demostrándolo por la piedra imán y por el electro. Pánfilo escribe que habiendo aprendido de los egipcios la Geometría, inventó el triángulo rectángulo en un semicírculo, y que sacrificó un buey por el hallazgo. Otro, lo atribuyen á Pitágoras, uno de los cuales es Apolodoro logístico. También promovió mucho lo que dice Calímaco en su Yambos haber hallado Euforbo Frigio, á saber, el triángulo escaleno, y otras cosas concernientes á la especulación de las líneas.

3. Parece que en asuntos de gobierno fueron sus consejos muy útiles; pues habiendo Creso enviado embajadores á los de Mileto solicitando su confederación en la guerra contra Ciro, lo estorbó Tales, lo cual, salido Ciro victorioso, fué la salvación de Mileto. Refiere Cliton que fué amante de la vida privada y solitaria, como leemos en Heráclides. Dicen algunos que fué casado, y que tuvo un hijo llamado Cibiso; otros, afirman que vivió célibe, y adoptó un hijo de su hermana; y que preguntado por qué no procreaba hijos, respondió que por lo mucho que deseaba tenerlos. Cuéntase también que apretándole su madre á que se casase, respondió que todavía era temprano; y que pasados algunos años, urgiendo su madre con mayores instancias, dijo que ya era tarde. Escribe Jerónimo de Rodas, en el libro II De las cosas memorables, que queriendo Tales manifestar la facilidad con que podía enriquecerse, como hubiese conocido que había de haber presto gran cosecha de aceite, tomó en arriendo muchos olivares, y ganó muchísimo dinero.

4. Dijo que el agua es el primer principio de las cosas; que el mundo está animado y lleno de espíritus. Fué inventor de las estaciones del año, y asignó á éste trescientos sesenta y cinco días. No tuvo maestro alguno, excepto que viajando por Egipto se familiarizó con los sacerdotes de aquella nación. Jerónimo dice que midió las pirámides por medio de la sombra, proporcionándola con la nuestra cuando es igual al cuerpo. Y Nimies afirma que vivió en compañía de Trasibulo, tirano de Mileto.

5. Sabido es lo del trípode que hallaron en el mar unos pescadores, y el pueblo de Mileto lo envió á los sabios. Fué el caso que ciertos jóvenes jonios compraron á unos pescadores de Mileto un lance de red, y como en ella sacasen un trípode, se movió controversia sobre ello, hasta que los milesios consultaron el oráculo de Delfos, cuya deidad respondió:

¿A Febo preguntáis, prole milesia,
cúyo ha de ser el trípode? Pues dadle
á quien fuere el primero de los sabios.

Diéronlo, pues, á Tales; Tales lo dio á otro sabio; éste á otro, hasta que paró en Solón; el cual, diciendo que Dios era el primer sabio, envió el trípode á Delfos.

6. Refiérese que habiéndole una vieja sacado de casa para que observase las estrellas, cayó en un hoyo; y como se quejase de la caída, le dijo la vieja: ¡Oh, Tales, tu presumes de ver lo que está en el cielo, cuando no ves lo que tienes á los pies! Ya notó Timón que fué muy aplicado á la Astronomía, y le nombra en sus Sátiras diciendo:

Así como el gran Tales
Astrónomo fué y sabio entre los siete

7. Por suyas se cuentan estas sentencias: De los seres el más antiguo es Dios, por ser ingénito: el más hermoso es el mundo, por ser obra de Dios: el más grande es el espacio, porque lo encierra todo: el más veloz es el entendimiento, porque corre por todo: el más fuerte es la necesidad, porque todo lo venc:; el más sabio es el tiempo, porque todo lo descubre. Dijo que entre la muerte y la vida no hay diferencia alguna; y arguyéndole uno diciendo: Pues ¿por qué no te mueres tú?, respondió: Porque no hay diferencia. A uno que deseaba saber quién fué primero, la noche ó el día, respondió: La noche fué un día antes que el día. Preguntándole otro si los dioses veían las injusticias de los hombres, respondió: Y aun hasta los pensamientos. A un adúltero que le preguntó si juraría no haber adulterado, respondió: Pues ¿no es peor el perjurio que el adulterio?.

8. Preguntado qué cosa es difícil, respondió: El conocerse á sí mismo. Y también, qué cosa es fácil, dijo: Dar consejo á otros. ¿Qué cosa es suavísima? Conseguir lo que se desea. ¿Qué cosa es Dios? Lo que no tiene principio ni fin. ¿Qué cosa vemos raras veces? Un tirano viejo. ¿Cómo sufrirá uno más fácilmente los infortunios? Viendo á sus enemigos peor tratados de la fortuna. ¿Cómo viviremos mejor y más santamente? No cometiendo lo que reprendemos en otros. ¿Quién es feliz? El sano de cuerpo, abundante en riquezas y dotado de entendimiento. Decía que nos debemos acordar de los amigos ausentes tanto como de los presentes. Que no el hermosear el exterior es cosa loable, sino el adornar el espíritu con las ciencias. No te enriquezcas, decía también, con injusticias; ni publiques secreto que se te ha fiado. El bien que hicieres á tus padres, espéralo de tus hijos. Fué de la opinión que las inundaciones del Nilo son causadas por los vientos Etesias que soplan contra la corriente.

Diógenes Laercio, "Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres", trad. José Ortiz y Sanz - Luís Navarro, editor, Madrid, 1887 - (Biblioteca Cervantes Virtual)