Louis Althusser

Por José Romero

0. Contexto histórico y filosófico de Althusser

Contexto histórico


En 1917, triunfa en Rusia la primera revolución socialista de la Historia, dirigida por el Partido Comunista (bolchevique) de Rusia liderado por Lenin, lo que supone la fundación de la Unión Soviética (URSS) en 1922.

Tras la muerte de Lenin en 1924, se desata una lucha por su sucesión entre Stalin y Trotsky, de la que el primero sale vencedor, siendo Trotsky primero exiliado y luego asesinado por un agente de Stalin en 1940.

La era de Stalin se caracterizó por el creciente acoso militar, político, ideológico y económico de las potencias capitalistas sobre la URSS (Francia, Gran Bretaña y la Alemania nazi), a lo que Stalin respondió con una acelerada militarización e industrialización de la Unión Soviética (a expensas de los intereses del campesinado), con el fin de prepararse para una guerra que se preveía inevitable. Además, reprimió con dureza toda disidencia, no solo externa, sino también en el seno del propio Partido Comunista, y elaboró una versión dogmática y mecanicista del marxismo, con el fin de preservar la unidad del movimiento comunista y censurar la discusión interna.

Tras la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial en 1945, y el triunfo de la Revolución China dirigida por el Partido Comunista Chino liderado por Mao Zedong en 1949, el movimiento comunista se encontró en una situación consolidada, y se extendió por Asia y el este de Europa, dando lugar al periodo que, a partir de 1947, se conoció como "Guerra Fría" entre la URSS y los USA.

Stalin muere en 1953, y le sucede Jruschov, quien, en febrero de 1956, convoca el XX Congreso del PCUS. En este congreso, Jruschov hace público un informe en el que denuncia los errores y crímenes de Stalin, así como su dogmatismo ideológico; atribuyendo todo ello al "culto a la personalidad", teoría según la cual, la ciega adoración que el pueblo soviético rendía a Stalin, permitía a éste obrar despóticamente.

En 1960, los partidos comunistas de la URSS y China comienzan sus enfrentamientos políticos e ideológicos, lo que se traduce en una escisión del movimiento comunista internacional entre "pro-soviéticos" y "maoístas" (o "pro-chinos"). Mientras que la URSS se muestra partidaria de la "coexistencia pacífica" con el mundo capitalista, y de la vía parlamentaria al socialismo en la Europa occidental (lo que no impide su apoyo a los movimientos revolucionarios de liberación nacional en el Tercer Mundo), el Partido Comunista Chino toma partido por la vía revolucionaria al socialismo, y la doctrina de la continuación de la lucha de clases durante el socialismo. Ello lleva a que los maoístas acusen a la URSS y a sus aliados de "revisionismo", es decir, de haber traicionado la teoría y la práctica del marxismo-leninismo.

En 1966, tras el fracaso en China del llamado "Gran Salto Adelante" (un proyecto de industrialización  que pretendía ser respetuoso con los intereses del campesinado) el liderazgo de Mao Zedong es puesto en cuestión por el ala más liberal del Partido Comunista liderada por Deng Xiao-Ping y Liu Shaoqi, lo que lleva a Mao a hacer un llamamiento a la movilización popular en su apoyo, en defensa de la ideología revolucionaria frente a la penetración de ideas burguesas en el Partido, en lo que se denominó “Gran Revolución Cultural Proletaria". Si bien Mao consigue mantenerse en el poder hasta su muerte en 1976, la Revolución Cultural fracasa como intento de transformar la conciencia de las masas.

Pese a los episodios de caos y violencia que se dieron durante la Revolución Cultural, y su fracaso final, muchos comunistas europeos la idealizaron como un ejemplo de iniciativa revolucionaria de las masas frente al burocratismo de los partidos comunistas pro-soviéticos. Por ello, muchos de los discípulos de Althusser se distanciaron de la línea oficial del PCF, y fundaron organizaciones maoístas. Así, Alain Badiou funda la "Union des Communistes de France (marxistes-léninistes)" ("Unión de Comunistas Franceses (marxistas-leninistas)"), y Linhart y Rancière, la "Union des Jeunesses Communistes (marxistes-léninistes)" UJC (m-l) ("Unión de las juventudes comunistas (marxistas - leninistas)"), que posteriormente, tras su ilegalización en 1968 pasaría a llamarse Gauche Proletariénne (Izquierda Proletaria).

Pancarta de mayo del 68En un ambiente de antiimperialismo, anarquismo y de un maoísmo idealizado, unido al descontento popular contra el autoritarismo del gobierno de De Gaulle, se produce el estallido revolucionario de mayo de 1968 en París (que ha pasado a la historia como el "mayo francés" o "mayo del 68"), protagonizado por estudiantes y trabajadores. La revuelta se extiende por toda Francia, en un enorme movimiento de huelgas, manifestaciones y ocupación de fábricas que paraliza el país entre mayo y junio de 1968, poniendo en cuestión, no sólo el régimen de De Gaulle, sino la estabilidad del capitalismo en Francia. Sin embargo, la revuelta fracasa, debido en buena medida a la oposición del PCF (temeroso de una intervención militar, así como de perder su poder institucional al verse desbordado por las masas).

A lo largo de la década de los 70, el movimiento comunista entra en una lenta decadencia. Pese a su rápida expansión tras la II Guerra Mundial (revoluciones en Corea, Cuba, Vietnam, etc.), no puede superar diversas crisis políticas e ideológicas, así como la carrera de armamentos contra la OTAN, que desgasta económicamente a la URSS. Finalmente, como consecuencia de la política de liberalización económica y política que lleva a cabo Gorbachov a partir de 1985 en la URSS, conocida como "perestroika", ("reestructuración" en ruso), y de la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, la URSS acaba por disolverse como estado en diciembre de 1991.

 

Contexto filosófico


Tras el afianzamiento de la URSS como superpotencia, y el XX Congreso del PCUS en febrero de 1956, se puso fin a la censura del debate filosófico en el seno del movimiento comunista, lo que permitió que se pusiera en cuestión la versión "stalinista" del marxismo.

Para Stalin, la filosofía marxista o "materialismo dialéctico" era una teoría omnicomprensiva de la realidad, que explicaba la evolución de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento a partir de un esquema preconcebido formado por un conjunto de leyes "dialécticas".

En la década de los 60, como reacción al rígido mecanicismo "stalinista", se fue imponiendo en Europa, una interpretación "humanista" del marxismo, cuyos principales representantes fueron Henri Lefebrvre, Jean-Paul Sartre  y Roger Garaudy (así como la "Escuela de Frankfurt", de Horkheimer, Fromm y Adorno). Según esta interpretación, el Hombre es el "sujeto" de la Historia, lo que significa que la Historia es el resultado de la evolución de la conciencia y la voluntad humana.

Como crítica al humanismo filosófico, surgió la llamada "corriente estructuralista", que tomó su nombre de los trabajos del antropólogo Lévi-Strauss y del lingüista Ferdinand de Saussurre; y que fue formada por Deleuze, Foucault, Derrida, y el propio Althusser, entre otros (quienes, sin embargo, no se reconocían como "estructuralistas", debido a las connotaciones formalistas del término). Para el "estructuralismo" los individuos humanos no son "sujetos" (en el sentido de origen o causa última) de sus ideas, deseos y acciones, sino que están insertos en una estructura social que les preexiste y que determina su conciencia. Dicha estructura está constituida por relaciones de poder entre los individuos que la forman. Para los "estructuralistas", del mismo modo que los seres humanos no determinan ni son inmediatamente conscientes de las leyes de la Naturaleza, pero pueden conocerla y transformarla mediante su trabajo; tampoco determinan ni son inmediatamente conscientes de las relaciones sociales de poder en las que viven, aunque también pueden llegar conocerlas y transformarlas mediante la crítica filosófica y la lucha política.

En esa línea, Michel Foucault defendía que las formas del saber (como por ejemplo, nuestra conciencia moral) están subordinadas a determinadas relaciones de poder social. Se puede decir que mientras que los humanistas confiaban en que las masas eran capaces de desarrollar una conciencia espontánea que les guiase a su emancipación, los “estructuralistas” defendían que era necesario un trabajo teórico de crítica de las estructuras de poder con el fin de guiar una acción política revolucionaria.